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http://www.unicef.org/spanish/sowc08/docs/sowc08_panel-sp.pdf
Prácticas básicas para las intervenciones de atención de la salud en las comunidades
Una serie de organizaciones, entre ellas UNICEF y la OMS, han acordado 12 medidas en relación con los lactantes y los niños y niñas de corta edad, que pueden adoptarse en el hogar al objeto de promover la supervivencia, la salud y la nutrición infantil en las comunidades:
• La lactancia materna como método exclusivo de alimentación: El empleo de la lactancia materna como método exclusivo de alimentación desde el nacimiento hasta los seis meses de edad. (Las madres que resulten seropositivas precisarán asesoramiento sobre otras opciones de alimentación posibles).
• La alimentación complementaria: La administración a los niños y niñas, a partir de los seis meses de edad, de alimentos de alto valor energético y nutricional, en combinación con la lactancia materna durante al menos dos años, podría prevenir más del 10% de las muertes por diarrea y por infecciones respiratorias agudas, en particular la neumonía, así como fortalecer la resistencia frente al sarampión y otras enfermedades.
• La administración de suplementos de micronutrientes: Redoblar el consumo de vitamina A a través de la dieta o de la administración de suplementos en las comunidades en las que existan deficiencias puede reducir la mortalidad de los niños y niñas de entre 6 meses y 5 años en un 20%.
• La higiene: El empleo de unas mejores prácticas de higiene, en particular el lavado de las manos con jabón (o cenizas) y la destrucción segura de las heces, podría reducir la incidencia de la diarrea en un 35%.
• La inmunización: Vacunar a los niños y niñas menores de un año contra el sarampión podría prevenir la mayor parte de las muertes relacionadas con el sarampión que acontecen cada año. Los cuidadores deberían asegurarse de que los niños y niñas reciben una serie completa de inmunizaciones antes haber cumplido un año, que son: la vacuna contra el bacilo Calmette-Guérin, la vacuna contra la difteria, la tos ferina y el tétanos, la vacuna oral contra la poliomielitis y la vacuna contra el sarampión.
• La prevención del paludismo: El empleo de mosquiteros tratados con insecticida en los hogares de las zonas endémicas de paludismo podría reducir el número de muertes infantiles asociadas al paludismo hasta en un 23%.
• La atención y el desarrollo psicosocial: Promover el desarrollo mental y social satisfaciendo la necesidad de atención de los niños y niñas, hablando y jugando con ellos, y creando un entorno estimulante a su alrededor.
• Administración de alimentos y líquidos a los niños y niñas enfermos: Continuar alimentando a los niños y
niñas cuando estén enfermos, administrándoles una mayor cantidad de líquidos, en especial leche materna.
• El tratamiento en el hogar: Administrar a los niños y niñas enfermos el tratamiento adecuado en el hogar para combatir las infecciones.
• Buscar atención médica: Reconocer cuándo los niños y niñas enfermos precisan tratamiento fuera del hogar, y buscar la atención adecuada por parte de los proveedores correspondientes.
• Unas prácticas adecuadas: Seguir los consejos del profesional sanitario sobre el tratamiento, el seguimiento y la posible remisión a un centro de consulta.
• La atención prenatal: Todas las mujeres embarazadas deberían recibir una atención prenatal adecuada. Esto significa
que deberán realizar al menos cuatro visitas prenatales a un proveedor de atención sanitaria adecuado y recibir las dosis recomendadas de inmunización contra el tétanos toxoide. La madre debería, asimismo, recibir ayuda de su familia y de su comunidad para buscar atención sanitaria en el momento del parto y durante el periodo de postparto y lactancia. Otras medidas importantes para proteger a la infancia consisten en dispensar los cuidados adecuados a los enfermos de VIH y SIDA, en especial los niños y niñas huérfanos y vulnerables; en proteger a los niños y niñas frente al daño, los accidentes, el maltrato y el desamparo, y en fomentar la participación de los padres y madres en el cuidado de su progenie.
Muchas de estas medidas pueden ser adoptadas por los trabajadores sanitarios de ámbito comunitario o por los propios miembros de la comunidad, si se dan las condiciones adecuadas de apoyo y de distribución de los productos y servicios. La participación directa de la comunidad probablemente sea lo más adecuado en relación con aquellos aspectos de la atención sanitaria que diariamente afectan de forma más directa a los miembros de ésta. Se incluyen entre dichos aspectos la alimentación de los lactantes y los niños y niñas de corta edad, otras prácticas de atención y el abastecimiento de agua y saneamiento
Aspectos comunes y desafíos de las alianzas comunitarias en salud y nutrición
Propósito fundamental
• Reducir la mortalidad y la morbilidad materna, neonatal e infantil.
Objetivos
• Mejorar el acceso a servicios básicos de prevención y curación.
• Promover un contacto directo y más frecuente entre los trabajadores sanitarios y los cuidadores, las madres y los niños y niñas.
• Estimular unos cambios de hábitos sostenibles.
• Prestar respaldo a las prácticas de atención.
• Estimular la movilización social por parte de la comunidad al objeto de que exija servicios de más calidad y una mayor transparencia.
Características principales
• Las actividades de atención sanitaria y nutrición se practican fuera de los establecimientos oficiales de salud.
• Los trabajadores sanitarios de ámbito comunitario, que a menudo son voluntarios o trabajan a tiempo parcial, desempeñan con frecuencia un papel clave a la hora de dispensar servicios esenciales y de promover unas mejores prácticas de atención.
• La formación, el apoyo y la supervisión de los trabajadores sanitarios de ámbito comunitario constituyen características comunes de los programas.
• Por lo general existe un punto central en la cercanía geográfica desde el que dispensan los servicios o se realizan las visitas a los hogares.
• Una organización de la comunidad presta apoyo al programa, encargándose no sólo de su administración e implementación, sino a menudo también de la concepción y evaluación del mismo.
• Otros aspectos de la atención sanitaria primaria –en especial el abastecimiento de agua y saneamiento y las intervenciones agrícolas– forman parte del programa.
Características adicionales comunes a algunas alianzas de ámbito comunitario, pero no a todas
• Mecanismos de remisión a establecimientos de atención sanitaria.
• El apoyo por parte de los trabajadores que prestan servicios periféricos.
• La integración de los programas en el contexto más amplio del sector sanitario.
• La integración en los programas y las políticas nacionales de desarrollo.
• La adopción de medidas destinadas a fortalecer un entorno de apoyo como, por ejemplo, iniciativas que promueven la igualdad entre los géneros.
Obstáculos comunes que dificultan la labor de las alianzas comunitarias
• La falta de trabajadores sanitarios de ámbito comunitario que presten servicios de calidad.
• Una coordinación inadecuada de los distintos participantes.
• Una financiación insuficiente de las actividades que se realizan en el seno de la comunidad.
• Un suministro irregular de medicamentos y productos básicos.
• Un apoyo y una supervisión deficientes de los trabajadores sanitarios de ámbito comunitario.
• Unas prácticas tradicionales arraigadas de cuidado infantil.
• La posición de inferioridad económica de las mujeres
http://www.unicef.org/mexico/spanish/SOWC09-FullReport-ESP.pdf
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Algunas palabras escritas por por S.M. la Reina Rania Al Abdullah de Jordania, Promotora Eminente de UNICEF para la infancia*
...¿Cómo es posible que en nuestra era de avances tecnológicos y de milagros de la medicina no seamos capaces de proteger a las mujeres en su labor de perpetuar la raza humana?
La respuesta, claro está, es que si bien se han logrado avances asombrosos en materia de sanidad pública, los beneficios se han distribuido de forma muy desigual entre los distintos países y zonas geográficas, así como entre los distintos grupos sociales que los integran. Pese a que las causas de las complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto son las mismas en todo el mundo, sus consecuencias varían drásticamente entre los distintos países y regiones. En la actualidad, la probabilidad de morir por causas relacionadas con el embarazo para una joven de Suecia es de 1 entre 17.400. Si se trata de una joven de Sierra Leone, la probabilidad pasa a ser de 1 entre 8.
Y por cada mujer que muere, hay otras 20 que se ven afectadas por infecciones o por lesiones graves. Se estima que cada año 75.000 mujeres enferman de fístula obstétrica, una afección física y psicológicamente devastadora que puede causar la exclusión social.
En términos de vidas de mujeres el coste es enorme. Pero no son ellas las únicas que sufren. Tal como un grupo de expertos manifestó durante una conferencia mundial sobre la salud de la mujer celebrada en 2007: “Durante los años de su vida reproductiva, las mujeres dan vida al mundo y a la sociedad de distintas maneras: dan a luz y crían a la siguiente generación, y son actores críticos del progreso en tanto que trabajadoras, dirigentes y activistas”. Cuando la vida de las mujeres termina prematuramente o se ven incapacitadas debido al embarazo o el parto, se precipita la tragedia. Los niños y niñas pierden a una madre. Los esposos pierden a una compañera.
Y las sociedades pierden a un integrante importante y productivo.
Nuestro mundo no puede permitirse continuar sacrificando tantos seres humanos y tanto potencial. Sabemos lo que se precisa para prevenir y tratar la gran mayoría de los problemas relacionados con el embarazo, desde la eclampsia y las hemorragias hasta la sepsis, la obstrucción del parto y la anemia. De hecho, según la opinión expresada por el Banco Mundial, intervenciones básicas como la atención prenatal, la asistencia al parto por personal cualificado y el acceso de las mujeres y los recién nacidos a una atención obstétrica de emergencia podrían evitar casi tres cuartas partes de las muertes maternas.
Pero la ampliación de las intervenciones médicas no es más que una parte de la mejora de la salud materna y neonatal. Lo más importante es impulsar la promoción de la autonomía de la mujer en todo el mundo.
¿Cómo es posible que en un siglo que se caracteriza por la abundancia de información no contemos con datos precisos acerca del número de mujeres que cada año mueren dando a luz? ¿Por qué las muertes maternas se enumeran sólo parcialmente? Una razón posible es que en demasiados lugares las vidas de las mujeres no cuentan del todo.
Y mientras que la mujer continúe ocupando una posición de desventaja en el seno de la sociedad, la salud materna y neonatal continuarán resintiéndose. Pero si somos capaces de dotar a las mujeres de las herramientas necesarias para ejercer el control de sus vidas, podremos crear un entorno que brinde una mayor protección tanto a las mujeres como a la infancia.
La promoción de la autonomía de la mujer empieza con la educación, la mejor inversión que podemos hacer y que abarca desde garantizar que tanto las niñas como los niños asistan a la escuela primaria y enseñar a las mujeres a leer y escribir, hasta impartir educación pública sobre la salud. Aunque aún queda mucho por hacer, numerosos países comienzan a avanzar rápidamente en esta dirección. En Jordania, por ejemplo, estudiantes de enfermería de la Universidad de Jordania se están prestando como voluntarios para impartir formación a niñas en los colegios públicos acerca de cuestiones relacionadas con la salud femenina.
Un estudio tras otro muestra que las mujeres que han recibido una educación están más preparadas para ganar un sueldo con el que mantener a una familia, tienen más probabilidades de invertir en la atención sanitaria, la nutrición y la educación de sus hijos e hijas, y se muestran más proclives a participar en la vida ciudadana y a abogar por las mejoras en el seno de sus comunidades.
Asimismo, las madres que cuentan con una educación tienen más probabilidades de buscar atención médica adecuada para sí mismas.
Según el Informe de los Objetivos de Desarrollo del Milenio 2007, “el 84% de las mujeres que han completado una educación secundaria o superior son atendidas por personal cualificado durante el parto, cifra que supone más del doble que en el caso de las madres que no han recibido educación formal”.
Los hijos e hijas de madres que cuentan con una educación tienen un 50% más de probabilidades de sobrevivir hasta la edad de cinco años y más, que los hijos e hijas de madres que no han recibido una educación o que no la han finalizado. En el caso de las niñas en particular, la educación puede significar la diferencia entre la esperanza y la desesperanza. Estudios realizados demuestran que los jóvenes que finalizan su educación primaria tienen menos probabilidades de contraer el VIH que los que no consiguen finalizar la escuela primaria.
Las niñas que cuentan con una educación tienen más probabilidades de casarse más tarde y es menos probable que se queden embarazadas cuando aún son jóvenes, reduciendo en consecuencia el riesgo de morir dando a luz siendo aún niñas ellas mismas.
A medida que las niñas continúan su educación, aumenta su potencial de ganarse la vida, lo cual las capacita para romper las cadenas de la pobreza, que con demasiada frecuencia se perpetúan de una generación a otra.
En resumidas cuentas, cambiar la trayectoria de las niñas puede cambiar el curso del futuro. Y si estas niñas se convierten en mujeres que a su vez deciden convertirse en madres, contemplarán el embarazo y el alumbramiento como un motivo de celebración, y no de temor.
Los primeros 28 días de vida
por Zulfiqar A. Bhutta, Profesor y Director del Departamento de Pediatría y Salud Infantil de la Universidad de Aga Khan, Karachi, Pakistán
Es un hecho ampliamente reconocido que una gran parte de las muertes infantiles se producen en el periodo neonatal, es decir,durante los 28 primeros días de vida. De los 9,2 millones de muertes de niños y niñas menores de cinco años que se calcula acaecieron en todo el mundo en 2007, cerca del 40% tuvieron lugar en el periodo neonatal. En numerosos países en desarrollo las muertes de recién nacidos suponen más de la mitad de todas las muertes de niños y niñas en la primera infancia, y la mayoría de ellas suceden en los primeros días de vida. Las principales causas de estas muertes son las infecciones graves (el 36%), el nacimiento prematuro (el
27%), la asfixia al nacer (el 23%) y las malformaciones congénitas (el7%). Estas cifras no incluyen los 3 millones de partos mortinatos que se calcula se producen anualmente. Entre el 30 y el 40% de estos partos mortinatos podrían guardar relación con complicaciones durante el trabajo de parto y el alumbramiento, que a su vez pueden derivar de problemas intrauterinos y de la asfixia.(pag 18)
ver sobre Madres Canguro ( pag 20)
Ver documento completo en
http://www.unicef.org/spanish/sowc09/docs/SOWC09-allpanels-ESP.pdf
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Lactancia Materna 2006 pagina 12 de
http://www.unicef.org/spanish/publications/files/Progreso_para_la_infancia_No_6.pdf